En el Parque Nacional de Monfragüe, amenazaba lluvia… y llovió.

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En algunas de las últimas entradas relacionadas con Parques Nacionales que he publicado recientemente, por las noticias sobre la modificación de la Ley que los regula, había comentado uno de los proyectos, a largo plazo, en el que me he embarcado: recorrer los 15 Espacios Naturales Protegidos con la máxima protección que tenemos en nuestro país y, compartir con vosotros, a través de un artículo o reportaje, el punto de vista de un  Ingeniero Técnico Forestal que disfruta con su trabajo y explicando lo que hace… describiendo cuando se crearon, porqué y qué se puede ver en ellos.

Por proximidad, desarrollo mi actividad principalmente en la provincia de Salamanca, y por el tipo de vegetación por el que se declaró, no podía empezar por otro que no fuera este y, hace unos días, pude disfrutar en compañía de unos amigos de un fin de  semana en este maravilloso paraje natural que es el Parque Nacional de Monfragüe.

Necesito explicar el porqué de este título: amenazaba lluvia… y llovió.

En Villareal de San Carlos,  en la tarde del sábado, no pusimos a caminar por uno de los tres itinerarios que están debidamente marcados,  en concreto, nos decidimos empezar por la Ruta Amarilla. Al empezar pensamos que la lluvia era una posibilidad pero confiamos en nuestra buena suerte  y nos pusimos a caminar y, efectivamente, mientras hacíamos el camino llovió.

Llovió como si no lo hubiera hecho antes y terminamos empapados de regreso. De ahí el título que no podía ser otro que éste, pero por suerte para nosotros cuando más llovía pudimos disfrutar de la presencia de una cierva con su cervatillo que nos acompañaron una parte del camino hasta que nos separamos en la Fuente de los Tres Cantos… supongo que pensarían que en este lugar nos dejaban en buen sitio.            

En fin, no puedo decir otra cosa qué, mereció la pena. Y sin más vacilación, empiezo por…

¿Cuándo se crea?

Me remonto a finales de la década de los setenta para entender el por qué de este espacio protegido. A través de un Real Decreto se declara Parque Natural en el año 1979, en concreto mediante el Real Decreto 1927/1979, de 4 de abril, el Parque Natural de Monfragüe (Cáceres), destacando de él su representatividad de “bosque mediterráneo que conserva unos singulares valores naturales que resulta urgente salvaguardar”.

A esta declaración inicial, le siguen la asignación, en julio de 2003 de Reserva de la Biosfera, declarado por la UNESCO con el nombre de “Monfragüe y dehesas del entorno”; en mayo de 2004, se designa como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA); para terminar con la declaración de Parque Nacional, hace tan sólo siete años, con la aprobación de la Ley 1/2007, de 2 de marzo, de declaración del Parque Nacional de Monfragüe .

Los objetivos  que se persiguen para el conjunto de las 116.000 hectáreas que forman parte del Parque son mantener la idea de protección y conservación en su máxima amplitud, favorecer el conocimiento y difusión del sistema natural que es el bosque mediterráneo, así como promover un desarrollo sostenible de las poblaciones situadas en el área de influencia socioeconómica respetando los valores culturales y los modos de vida tradicionales compatibles con su conservación y, por último, planificar el uso y disfrute de este espacio para toda la sociedad.

¿Por qué se crea?

El Real Decreto por el que se declara Parque Natural deja claro el por qué: la importancia faunística de este enclave no tiene posible comparación con otros de España, pues en él viven y se reproducen más de doscientas especies de vertebrados, algunas en grave peligro de extinción. El setenta y cuatro por ciento de las especies protegidas en España, por su escasez o por su interés científico, habitan en esta área, que constituye un refugio vital para varios animales incluidos entre los más raros y amenazados del mundo, como el águila imperial ibérica, el buitre negro, la cigüeña negra y el lince mediterráneo”.

En este sentido, el nombre ya nos indica algo. Etimológicamente, Monfragüe proviene del latín Mons Fragorum, es decir, zona fragosa, es decir, llena de maleza y de difícil acceso. Esta definición permite encontrar la explicación a la riqueza en cuanto a biodiversidad que atesora el Parque puesto que la presencia o ausencia de cualquier especie animal -me centro en éstas por la motivación de declaración de Parque Natural como hemos visto- se debe buscar en los factores que hacen posible su existencia en un determinado lugar. Este tipo de área, para los animales es inmejorable ya que por un lado la diversidad de hábitats, la disponibilidad de alimento, la gestión de especies cinegéticas y la tranquilidad de la que gozan se presenta como una buena zona para desarrollar su actividad.

¿Qué podemos encontrar?

Puesto que la situación actual es el resultado de la acción conjunta de todos los factores que lo hacen ser como lo conocemos hoy: actividad humana, hidrografía del terreno, orografía, edafología y los factores climáticos de la zona, explicaré, brevemente, cada uno de estos factores añadiendo mi pequeña aportación sobre el Parque en función de lo vivido durante ese fin de semana.

Tras consultar mucha bibliografía al respecto me decanto por citar la colección que en el año 2009 vio la luz sobre todos los Parques Nacionales de la editorial Canseco Editores. Destacando el trabajo de todos los colaboradores que participaron bajo la coordinación de Vicente García Canseco que lleva por título: Parque Nacional de Monfragüe. Antes de comenzar cuando haga referencia al libro lo indico a través de la letra cursiva y entrecomillado para no llevarme el mérito que no merezco.

  • Actividad humana

El hombre ha influido en el Parque, como lo ha hecho en todos los ecosistemas presentes en nuestro país, pero en este caso debido a las características del entorno “caracterizado por unos suelos pobres y una orografía peculiar” su influencia ha sido menor. A lo largo de los años han predominado explotaciones ganaderas extensivas, además de presentar un  régimen de propiedad de latifundios dedicados fundamentalmente a la caza lo que ha contribuido a tener  poca actividad humana. Sin embargo, sí son mencionables  varias transformaciones que han afectado de manera considerable a la fisionomía del Parque como son las construcciones de la Presa de Torrejón y el embalse de Alcántara y, desde un punto de vista forestal, las repoblaciones de Pinus sp y Eucaliptos sp realizadas a mediados del siglo XX.

En relación a la actividad humana y la historia del Parque, recomiendo la visita al Centro de Interpretación de Arte Rupestre de reciente inauguración, de hecho fuimos unos de los primeros grupos que pudimos visitarlo, situado en Torrejón el Rubio, que aunque no está situado en el interior del Parque sí está situado en el Área de Influencia Socioeconómica. Se trata de un buen lugar para aprender un poco más de los antiguos pobladores de estas tierra.

  • Edafología

Con “suelos poco profundos y evolucionadas y, por tanto, con poca materia orgánica además de presentar una marcada tendencia ácida y erosionable”, no aconsejan el asentamiento de población estable en sus laderas y vegas por lo que refuerza, como ya apuntaba, el escaso impacto causado por el hombre a lo largo de su historia.

  • Clima

Se caracteriza por ser un “clima mediterráneo de influencia continental lo que proporciona grandes circulaciones atmosféricas y oceánicas donde el anticiclón de las Azores durante los meses de verano y las borrascas ciclónicas del Ártico durante el invierno”..

En Villareal de San Carlos, en pleno Parque Nacional, en uno de sus Centros de Interpretación, que recomiendo su visita por lo didáctico de su planteamiento, se puede observar, entre otras, un diagrama bioclimático muy bien representado que explica de una manera sencilla y práctica estas características:  marcada sequía estival acompañada de altas temperaturas y comprobar que son en los meses otoñales e invernales cuando aparece  la lluvia (hasta un 80% del total) con unos “valores medios de 640 mm anuales.” En cuanto a la temperatura, debido a unas condiciones homogéneas en toda la zona, se define como inviernos templados y veranos muy calurosos (“los valores medios de temperatura anual se sitúa ligeramente por debajo de los 18ºC, con una gran diferencia entre la media del mes más caluroso –julio con 28ºC- y el mes más frío –enero, con 9ºC-“).

  • Orografía

El “eje en sentido este-oeste (derecha a izquierda) marca una clara diferencia ambiental en cuanto a solana-umbría” como se puede apreciar una vez te pones a pasear por cualquiera de las rutas que están habilitadas para disfrutar de este pedacito de paraíso y “que provoca que la humedad y frescura a lo largo del todo el parque no sea tan acusada de unas zonas a otras”.

  • Hidrografía

«Perteneciente a la cuenca hidrográfica del Tajo y, a pesar de su situación interior en el contexto peninsular y de unas condiciones meteorológicas marcadamente secas, presenta importante singularidades por la diversidad y el valor de sus zonas húmedas”.

Los ríos que recorren el Parque de este a oeste  son el Tajo donde en una de las paradas obligadas, Salto del Gitano, podéis descubrir su grandiosidad,  y el Río Tiétar, afluente del anterior y que desemboca en el interior del Parque.

 

Otro punto dentro del Parque de parada obligatoria, donde podéis disfrutar del Río Tajo, es la Fuente del Francés y el porqué de este nombre no lo desvelo para que una vez allí paréis a descubrirlo. Como se aprecia en la fotografía existen mesas para hacer una parada y continuar con una de las rutas señalizadas.

  • Flora y vegetación

«Los factores como la orientación del terreno, el clima y la edafología han hecho de Monfragüe lo que es hoy, contribuyendo a encontrar las formaciones vegetales y especies que pueden contemplarse a lo largo y ancho de este espacio, sin olvidarnos del grado de humedad, afloramientos rocosos, grado de intervención humana,….”

Desde mi punto de vista destaco dos formaciones vegetales por encima de  todas, por un lado, encinares y alcornocales en todas sus formas de bosque con una amplia variedad de densidades y, por tanto, con un abanico de matorrales que describen la evolución lógica de esta serie vegetal típicas del matorral mediterráneo (“familias Cistaceae, Lamiaceae y Fabaceae, en general de muy alta diversidad, y que cuentan con numerosos endemismos propios del suroeste peninsular”) así como arbustos de hoja lauroide como el madroño (Arbutus unedo), la cornicabra (Pistacea terebinthus), el brezo blanco  (Erica arborea), la jara cervuna (Cistus populifolius) y el arce de Montepelier (Acer mospessulanum), este último protegido en la categoría de “Vulnerable” en el Catálogo Regional de Especie Amenazadas (Decreto 37/2001, de 6 de marzo).

Y por otra, la vegetación de ribera o ripícola, donde optando por la Ruta Verde (de las tres que comenté anteriormente) puede observarse en su máximo exponente el tipo de flora que la sustenta como alisos (Alnus glutinosa), fresnos (Fraxinus angustifolia), diferentes tipos de sauces (Salix salvifolia y S. atrocinerea) acompañadas todas ellas por arbustos trepadores como zarzas (Rubus ulmifolius),  rosales (Rosa sp.), espino albar (Crategus monogyna) o el helecho común (Pteridum aquilinum).

Por último, y antes de pasar a los hongos, es necesario destacar brevemente la importancia de la vegetación rupícola, es decir, los vegetales que son capaces de vivir en condiciones extremas, en este caso, por las condiciones del suelo que las sustentan y los pocos recursos que encuentran en estas zonas. “En este caso la presencia de líquenes son las especies principales, aunque en otro punto pueden aparecer especies de pequeño porte y resistentes a la aridez como la familia de las Crassulaceae. Como especies arbóreas y arbustivas,  de estas zonas, destacar al enebro de la miera (Juniperus oxycedrus subsp. badia), la encina de porte achaparrado (Quercus ilex subsp. Ballota), el cenizo (Adenocaprus argyrophyllus), el codeso (A. lainzii), la cornicabra (Pistacie terebinthus) o el jazmín (Jasminum fruticans)”.

Una especie digna de mención por el interés biogeográfico que presenta es el tamujo (Flueggea tinctorea) declarada De Interés Especial en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas (Decreto 37/2001) y sus formaciones, los  tamujares, series arbustivas endémicas del suroeste peninsular.

  • Hongos

La importancia socioeconómica que siempre ha tenido, pero que en los últimos años está adquiriendo un auge importante hace necesario su incorporación en este artículo.

Entre sus principales características tengo que decir, como sabéis, que no tienen clorofila, es decir, no son vegetales, obtienen el alimento a partir de otros seres vivos o muertos, de ahí su complejidad y extraordinaria capacidad de supervivencia.  

Puede establecerse, en relación con este Reino, el estado fitosanitario de una masa vegetal a partir del análisis de los tipos de hongos que en se encuentran. En este sentido “los  diversos ecosistemas que podemos encontrar se ha estimado que contiene un porcentaje de hongos saprófitos del 63%, de micorrizogenos del 35% y de parásitos del 1,7% (G. Moreno et al.1990), esto supone que, dichos ecosistemas, gozan de un excelente estado fitosanitario y albergan formaciones vegetales relativamente jóvenes”.

  • Fauna

Si hablamos del Reino animal es, sin duda, el valor que más aporta a Monfragüe, como lo sustentan la infinidad de estudios y proyectos que se han realizado a lo largo y ancho del Parque para analizar las especies que en él habitan, desde la ictiofauna hasta la avifauna pasando por invertebrados, anfibios, reptiles o mamíferos el número de especies que aporta este espacio a la biodiversidad de nuestro país es, en cualquier caso, impresionante.

La presencia o ausencia de cualquier especie animal se debe buscar en los factores que hacen posible su existencia en un determinado lugar. En este sentido, cualquier Parque Nacional resulta un espacio inmejorable para los animales: la diversidad de hábitats, la disponibilidad de alimento, la gestión de especies cinegéticas y la tranquilidad de la que gozan se presenta como una buena zona para desarrollar su actividad.

Así una de las cosas que más sorprende al visitante cuando pasea por los caminos y veredas del Parque son el número de ciervos (Cervus elaphus), gamos (Dama dama) incluso corzos (Capreolus capreolus) que se pueden llegar a ver en una jornada sin forzar mucho la vista ya que, como en nuestro caso, pudimos disfrutar de su presencia en varios de los caminos por los que paseamos.

Pero sin duda alguna la avifauna es la que hace de Monfragüe un lugar único por el número de especies que pueden encontrarse entre sus caminos y paisajes como lo demuestran las “57 especies descritas relacionadas con el medio acuático, 31 especies de rapaces” donde el buitre negro (Aegypius monachus)  es el máximo representante pues se trata de la colonia más grande del mundo, pero no las únicas como el milano negro (Milvus migrans), el milano real (Milvus milvus), el águila culebrera (Circaetus gallicus), el alimoche común (Neophron percnopterus), el buitre leonado (Gyps fulvus), el águila real (Aquila chrysaetus), el halcón peregrino (Falco peregrinus),… “además de otras 65 especies de aves diferentes como la perdiz (Alectoris rufa), la codorniz (Coturnis coturnis), el reyezuelo, (Reulus regulus), el abejaruco (Merops apiaster), el pico picapinos (Dendrocopos major), rabilargos (Cyanopica cyanus),”…

Como mencionaba antes, es necesaria y recomendable la visita a uno de los Centros de Interpretación en Villareal de San Carlos donde, en su segunda planta, se encuentra una réplica a tamaño real del buitre negro para conocer y comprobar las verdaderas dimensiones de esta especie (no incluyo la fotografía para animaros a que lo visitéis ;)).

Pero, ¿a qué se debe esta alta concentración de especies de aves? Recojo las palabras del libro: “esta singularidad se produce porque estamos ante un refugio para la fauna intransitado e intransitable en el que el hombre nunca tuvo una incidencia directa significativa lo que propició un lugar ideal para la reproducción tranquila de estas aves. En las umbrías del Parque Nacional, desde hace 70 u 80 años no existe trasiego humano, a lo sumo un día al año para montear estos bellos parajes y cada 10 años para realizar la saca de corcho. Y estamos hablando de un refugio de 18.000 hectáreas.

Pero no basta con el refugio ideal y la máxima tranquilidad. Para que existe esta concentración es necesaria una buena presencia en la que encontrar la comida de cada día o cada semana; y esta despensa la constituye la dehesa de miles de hectáreas de encinas y alcornoque, un paisaje modelado por el hombre, que de manera secular ha ejercido una acción sobre el medio que en este caso ha resultado francamente positiva.

Por ello, estamos ante dos mundos diferentes, 18.000 hectáreas de monte intransitado que no hay que alterar porque es el refugio de la fauna mediterránea y otro mundo de al menos 200.000 hectáreas, las dehesas que rodean al PN, en las que hay que seguir con la intervención positiva que los seres humanos han venido utilizando para que la alta densidad de especies nidificantes en el interior del PN, puedan seguir comiendo, puedan sobrevivir, gracias a la ganadería extensiva de la zona y a los cultivos que ello conlleva en las dehesas. Para incrementar la biodiversidad de la zona, es necesario recuperar los aprovechamientos rotacionales de antaño lo que hoy sólo es posible con incentivos de las administraciones públicas”.

Rutas a realizar

Llegado a este punto aconsejo ponerse las botas y caminar para encontrar todos los aspectos que termino de comentar, empezando, por ejemplo, por la Ruta Amarilla.

Con una distancia (ida y vuelta) de 8,5 km sin apenas dificultad e ideal para disfrutar toda la familia, es ideal para encontrarnos el Huerto del Ojaranzo con el almez (Celtis australis) declarado árbol singular por la Junta de Extremadura motivado por su porte y edad y sí tenéis la misma suerte que nosotros disfrutaréis de algún corzo que cruce el camino, ayudando a descubrir, como un guía experimentado, los parajes que nos ofrece este itinerario.

Después del almez y tras recorrer un alcornocal llegaréis al mirador El Serrano para contemplar el meandro que forma el Río Tiétar a su paso por este punto, desde donde, dependiendo de la época del año, se observa también el Puente del Cardenal del siglo XV.

Si seguís por este camino, siempre muy bien señalizado con postes de madera de color amarillo en su parte superior, descubriréis a poca distancia una de las fuentes que se encuentran repartidos por todo el Parque, La Fuente del Alisar, rodeada de repoblaciones de especies autóctonas salpicadas de pequeñas huertas.

Seguís avanzando y os encontraréis otra fuente,  La Fuente de los Tres Caños, aquí en el merendero se puede descansar unos minutos y gozar de la sombra, el agua y el sonido de los pájaros, incluso comer si el tiempo acompaña.

Para terminar esta ruta, en el mirador de La Tajadilla, tenéis un punto de observación muy bien condicionado para poder distinguir, con unos buenos prismáticos, la fauna característica del Parque como el buitre leonado, el ciervo,… Aquí también encontraréis  el Salto Torrejón-Tiétar, ya comentado.

Una vez llegados a este punto se inicia el camino de vuelta por el mismo sitio.

Hay otras dos rutas bien señalizadas denominadas como Verde y Roja, ésta última, la más larga con 16 kilómetros de distancia y, quizá, la más dura por su recorrido y por la subida al Castillo, nosotros no la pudimos realizar por diversos motivos, lo cual nos ha deja abiertas las puertas a volver y  disfrutar de las maravillosas vistas que el Castillo de Monfragüe ofrece a todos los visitantes desde punto más alto de todo el Parque con 870 metros de altitud.

Por tanto,  me queda la Ruta Verde. También se inicia en Villareal de San Carlos, con una distancia de 7,5 km, este itinerario es una buena ruta para conocer la vegetación de ribera que disfrutar a lo largo del Arroyo Malvecino, en su primer tramo, hasta un puentecito construido de madera.

Una vez aquí se inicia la subida al Cerro Gimio para conocer las maravillosas vistas que nos ofrece. El esfuerzo realizado -es una subida de fuerte pendiente de unos 500 metros- se ve recompensado una vez se contemplan el Salto del Gitano, el Río Tajo o los Arroyos Barbaón y Malvecino, así como las numerosas especies de aves que sobrevuelan esta zona.

En definitiva…

Un sin fin de miradores para disfrutar del paisaje, multitud de merenderos para descansar y contemplar los animales que campean por estas tierras de encinares y alcornocales, relajarse con el sonido del fluir del agua por la infinidad de arroyos y fuentes que nos encontramos en el camino, conocer la vegetación típica mediterránea,… es tal la  sensación de tranquilidad que es sin duda un buen lugar para descansar y desconectar.

Sin duda, un sitio para volver y, en mi caso, terminar la Ruta Roja para comprobar en el Castillo de Monfragüe si son ciertas una de las múltiples leyendas o cuentos que se pueden encontrar de estos parajes como con la que quiero terminar esta entrada…

Cuentan que allá por el siglo VIII el castillo Al-Mofrag estaba gobernado por un noble Kaid. En estos años su joven y bella esposa estaba embarazada de su primer hijo y la fortuna quiso que naciera una hermosa niña, protagonista de nuestra historia, a la que llamaron Noeima. Pero la desgracia quiso que su madre no pudiera superar el parto y falleciera.

Noeima creció, siempre bajo los ojos vigilantes de su padre, convirtiéndose en una de las princesas moras más bellas del lugar y llena de vida. Noeima tenía muchos pretendientes pero el amor no les era correspondido por parte de la princesa sarracena.

En una de las muchas ocasiones que el Castillo estaba sitiado por los caballeros cristianos, el azar y el destino quiso que un caballero cristiano y Noeima se conocieran y se enamoraran, viéndose noche tras noche en un algún paraje cercano a las faldas del castillo, gracias a la existencia de un pasadizo.

El caballero cristiano, conocedor del pasadizo, cumplió con su deber militar e informó a sus compañeros de armas de su existencia.  No tardaron en tomar la decisión de utilizarlo para tomar el Castillo y una noche en el que no apareció el caballero, Noeima pudo comprobar ante su sorpresa y asombro el ataque al Castillo gobernado por su padre.

El noble Kaid, padre de nuestra protagonista, antes de morir en la cruenta batalla y conocedor del romance de su hija con el infiel, maldijo a su hija a permanecer en aquel lugar para toda la eternidad como castigo por su traición.

Todavía hoy, no son pocos que juran haber oído llorar a una joven en la oscuridad de las noches frías de tormenta…  y quienes aseguran haber visto el espíritu de Noeima vagando por el Cancho de la Mora vestida de seda y coronada con una estrella negra, símbolo de su traición, llorando por la pena que le causó el caballero cristiano. Sus lágrimas, al tocar el suelo, se convierten en perlas que llegan por las escarpadas laderas hasta el río Tajo.

Historia o leyenda lo curioso es que existe un verdadero pasadizo debajo del aljibe del Castillo que va a dar a un paraje del Parque Nacional de Monfragüe.

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